Retratos de este mundo

Dice José de Espronceda en uno de sus poemas:

Hojas del árbol caídas,
juguetes de viento son;
las ilusiones perdidas …
¡ay! son hojas desprendidas
del árbol del corazón…


Este proyecto, por suerte, tiene todo el valor de las ilusiones que no se han perdido en los vientos del olvido.

Jugando con los tonos aferrados de sus propias verdades, este trabajo contiene pequeñas historias sin disfraces, lanzando al aire los interrogantes de nuestros días inciertos, desde el compromiso con el presente de la función artística.

La música, la poesía y toda forma de expresión artística, encuentran una gran justificación y valor cuando trazan testimonios abiertos, pegados a la realidad social y cultural de los tiempos que la contienen; y este trabajo es de estos, y tampoco es explicable su existencia si no se conoce la propia biografía moral del autor.

Como dice el poeta de nuestro tiempo Luis García Montero:”toda obra poética es una tarea de civilización personal, un trazado de caminos y fronteras”, Irra, con sus amigos, con su voz y su música, nos presenta una criatura artística que nace en el fondo de las sensibilidades, y su afloramiento es la expresión misma de su necesidad personal por retratar la realidad y fantasías existenciales.

He tenido la fortuna de compartir opiniones, anécdotas, dudas e interrogantes en algún punto de su proceso creativo, ello me conduce a la certeza de que la memoria adherida a cada estrofa no es fruto del azar, pertenece a la pátina que a lo largo del tiempo impregna el alma del compositor y sus motivos.

La elección del ritmo, las notas, el acento, la energía, la potencia de la ternura, la arrogancia de la protesta, el apremio del amor y el humanismo que respira su contexto, son la causa y el fin que explican por sí mismos su elaboración y publicación.

Enlazar con el pensamiento de Gandhi en ese “tú debes ser el cambio, que deseas ver en el mundo, mirar más hacia dentro y predicar con el ejemplo” señala toda una declaración de intenciones sobre la capacidad de cada uno para ser el artesano de su propia persona.

Saber que un atardecer irrepetible en Oporto, a orillas del Duero, prestó sus servicios como marco para la creación de “A MI BARAJA” retrata un sorprendente presupuesto emocional, en el que ese diálogo con las cartas jugadas, también las del perdedor que sabe resurgir “feliz con su condición”, representa todo un canto a la dignidad que puede existir al otro lado de algunas de las derrotas cosechadas en el juego de vivir.

“LAS VOCES DEL SILENCIO” no enfoca de forma tangencial el valor de los versos, los aborda reclamando frontalmente los brotes de sueños que emergen en las llanuras del tiempo, donde crecen las flores que llevas dentro, en un ejercicio de golpear las puertas del silencio, que conforman los barrotes de las celdas donde a veces encerramos las “voces que no tocaron el cielo”. Como una foto en negativo, utiliza la contradicción de que el silencio tiene voz y contenido.

En “BLUES DE LA SARDINA” se expresa con directa delicadeza la apuesta por la libertad: “si me quieres ver libre, me sabrás entender, sino, no te preocupes, que yo en mi conciencia estoy bien” cerrando las puertas a la ambigüedad de la condescendencia, al relativismo de las medias verdades.

La coherencia, “si la meta es el camino ….” y la apelación al interior de cada uno, como recinto de voz propia, se desliza amablemente en “HOY POR HOY”, cuando nos extiende una invitación difícil de rechazar:

“Despliega tus alas y empieza a volar
hacia nuevos horizontes, hacia un nuevo despertar,
date cuenta de quién eres, date cuenta donde estás,
tu conciencia te está hablando, solo tienes que escuchar.”

La música y la voz hacen el resto, lo suficiente para comprender y colocar esa interesante estantería que es nuestro interior y desde el cual obramos y nos proyectamos. Este es el valor de esta tarea, que desde la humildad fue discurriendo para creer en sí mismo, sabiendo que una vez expuesta la obra y mostrada, ya nos pertenece a todos.


Primitivo Ramírez García
03/10/2012.

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